En una suerte de clinica de sucios pasillos cuyas
paredes estan cubiertas de azulejos blancos, cuadrados. Un poco abandonado y
sucio, camino sin rumbo. Se que alguien me ha invitado a ver algo interesante.
Sorprendido, me encuentro a dos sujetos que me invitan a presenciar algo
horrible: una especie de autopsia en la cual no parece haber otro objetivo que
desmembrar el cadaver en su totalidad, con gran paciencia pero poca habilidad.
Yo soy una especie de asistente vestido con una bata anticuada. Recibo las
partes y las voy acumulando en una especie de bolsa de tela, en la cual una a
una van entrando. Recuerdo que el cuerpo pertenecia a un hombre o mujer
asiáticos.
Termina la sesión, hay fluidos por todas partes.
Siento una mezcla de asco y temor a la naturaleza del acto en el que me
encuentro y me asumo al menos complice. Salimos de la clínica, tal vez con la
bolsa, no lo tengo claro. Es una calle de baldosas, dotada de un aire mas bien
europeo. A mi izquierda hay un edificio que parece una iglesia protestante
noruega, luego los escudos y banderas
alrededor del edificio me hacen distinguir el blason del canton de Berna.
Cae la noche y entramos a un restaurante que mas
bien parece una vieja casa en el cualquier ciudad tropical de la costa. Las
paredes son azules y están desgastadas, hay poca luz y hace calor. Nos sentamos
a la mesa, aunque ya somos cuatro. Hay una mujer cuya identidad no logro
recordar. Uno de los hombres, de mayor edad y aspecto fornido, ordena un plato
de salmon ahumado, acompaniado de vino blanco para los cuatro. Me sorprende un
poco que ordene en nombre de todos pero acepto sin comentar nada. La comida es
servida y mas tarde advertimos en las mesas de atrás dos comensales mas bien
adolescentes que al parecer son ucranianos. Uno de ellos parece tener dotes de
malabarista, pues se encarga de jugar con manojos de fibras (en el sueño parecen mas paquetes de fideos, pero en fin) con gran habilidad.
Ambos hablan en una lengua que apenas distingo y no entiendo, además el ruido
de los comensales es considerable y poco se puede apreciar. Mas tarde, durante
la sobremesa, alcanzo a ver una pantalla donde se proyectan dibujos animados,
una especie de procesión con mascaras que avanza en la noche mientras llueve a
cantaros; la lluvia se ve de esa gravedad tan agradable que tiene el anime japonés de mostrarla. La procesión esta encabezada por personajes fácilmente asociables con
El viaje de Chihiro. Lo que mas me hace retener la imagen es la música de
fondo, que es precisamente una versión orquestal de Revelge, una de las
canciones del ciclo Des Knaben Wunderhorn de Gustav Mahler. Revelge ciertamente
se desarrolla en forma de marcha, con tarolas, metales, percusiones y un
barítono, mas bien en Andante, diría yo. No recuerdo mas.
Decidí escribir esta entrada porque es la segunda
noche que la música de Mahler, con toda su textura y riqueza, se aparece en mis
sueños. Hace dos días el sueño fue con el Langsam--Allegro de la séptima
sinfonía de Mahler. El contexto es difuso para mi ahora, aunque recuerdo
haber visto dos trompetas tocar ese llamado languido y nocturno (justo en el 6’33”
en el video) tan hipnotizante de la séptima sinfonía. Esas trompetas en realidad anteceden la explosión en cadena que lleva al clímax del
movimiento, una vez mas en forma de marcha (para eso hay que ir a la parte tres del
video aquí citado). El final de la séptima es demencial, en eso estamos de acuerdo.
Este movimiento me tuvo obsesionado por mucho tiempo. Lo escuchaba por las
mañanas, mientras desayunaba acodado en la mesita aquella que se doblaba en
tres, cuando vivía en la Isidro Fabela y aprendia a vivir en soledad. Cualquier
fin de semana, luego de haber vuelto de correr en el bosque de Tlalpan, con la
digestión trabajando y tirado en el sofá cama, mirando hacia el cielo casi
siempre muy azul. Matias el gato estaría seguramente observando en cuatro patas
desde cualquier esquina llena de pelos.
Rescaté los sueños por la música, por lo que ella
para mi significa. De hecho, creo que es solo gracias a la música que he
logrado recordar ambos sueños. Siempre tengo muchos sueños donde las
historias son casi siempre fantásticas, lo malo es que olvido su contenido
mientras me revuelvo en la cama o pienso en lo que el dia va a traer. Los dos
días anteriores han coincidido con que me levanté a la primera y me fui a
duchar de inmediato. Tal vez eso ayude a mantenerlos mas o menos intactos en la
memoria durante la maniana. Ahora que los he transcrito, los recordare mucho
mejor.
Finale: Hoy por la maniana, lei en “This is your brain on music” (libro
que no recomiendo del todo porque el tiempo invertido es demasiado para el
conocimiento valioso que se extrae de el, esto es, bien podria ser la cuarta
parte del volumen y decir lo mismo) que de alguna manera, nuestras preferencias
musicales mas profundas, aquellas que son para uno las mas entrañables, casi
siempre llegan con la adolescencia, o que cuando menos la capacidad de apreciar
la musica se aparece mas o menos en esos tiempos. Explican que eso tiene que
ver con el desarrollo del cerebro, que permite por primera vez al animal humano
distinguir melodias mas complejas, a diferencia de los niños y bebés, que no
pueden apreciar dicha complejidad. De ahi la musica infantil y su contorno
lineal. Yo dudo poder contarme entre ellos, porque a mi la verdadera musica que
me marco fue hasta que cumpli los 18 o 20 anios. Tal vez simplemente tuve una
adolescencia tardia, y creo que fue el caso ahora que lo pienso bien.
En otras noticias, me acabo de enterar que Matias el gato se acaba de morir. Cosa tan triste. Va una foto de recuerdo.