19.9.05

Vocacion de jardinero

No soy yo quien puede mantener verdes y frondosas las plantas, no.

Pruebas varias me lo dijeron en este departamento: aquel romero moribundo; la albahaca que nunca pudo llevarse con el tomillo; el tomillo que, calculo, tuvo graves problemas de adaptación al compartir la misma maceta; la maceta rota que escurría más agua de la que le agregaba.

Es seguro que el escaso vientecillo que acarrean mis pasos y el abrir y cerrar de puertas nunca fue suficiente. La pobre iluminación que trae mi ausencia en este primer piso; mi brutal incapacidad para recordar fechas de cumpleaños, obligaciones varias y turnos de alimentación terminaron con sus vidas.

Debí sospecharlo. Cuando uno olvida alimentarse, es poco probable que recuerde cuándo debe alimentar a los vegetales. No puedo ocultar esta pesadez por haber dejado morir tan aromáticas hojas. Volveremos a los frascos de albahaca y romero secos; se acabó el sentirse como en el campo, con la libertad de otear desde lo más alto de la colina y detectar un buen brote de hierbas aromáticas. Me quedará recordar el incidente como algo de lo que no soy capaz.

Como recordatorio tengo aún esta maceta quebrada en dos, que está desportillada y recoge aún algunas hojillas grises de lo que fuera una planta de tomillo. Las otras dos, de tanta tristeza decidí ponerlas al pie de la puerta, fuera de casa; que el sol bruña sus hojas y éstas saquen el mejor partido de sus rayos, ahora que apenas se levantan de la maceta.

Siempre queda un consuelo ¿Qué sería de los solitarios como yo sin las xerófitas y todas esas plantas que se contentan con recibir el delgado espejo de agua de este vaso? De seguro nuestra vida sería aún gris... aunque tantas espinas comienzan a hacerme pensar que jamás podré acariciar este inveterado cactus.

Ahí se quedará, él es el de las espinas, sobre la improvisada mesa de centro que es el baúl que heredé del abuelo; junto a la bonachona estatuilla color terracota con forma de perro. No es la mejor compañía, pero dudo poder ofrecerle más.

Addendum del 26 de agosto 2006

Después de mi ausencia, y aprovechando las virtuosas manos de mi vecina, mis plantas son ahora verdesverdesverdes ¿Cómo es eso?

i. Cuando las plantas se dieron cuenta del cambio temporal de potestad, decidieron levantar su raquítica huelga de hambre y crecieron como helechos prehistóricos,

ii. Las copiosas lluvias las riegan aunque yo ni cuenta me dé (también es cierto que recibí un oficio del Cactus, quien indignado exigia mayor atención para encargarme de la poda de las inevitables yerbasmalas, además de una reducción inmediata de su ración diaria de agua), y la más importante

iii. Mi vecina, quien le habla por las mañanas y las mima, cosa que yo no podría ni sabría hacer.